Hoy la Tribuna observa con preocupación que la discusión sobre la cacareada reforma rural integral y la resolución de las urgentes necesidades del campo colombiano parece estar embolatándose de nuevo, en medio de una agenda pública que da un injustificado viraje al pasado.
En efecto, la agenda está marcada hoy por hechos como: el torpe regreso a las armas de una facción de las antiguas Farc, una contienda electoral manchada otra vez por la violencia política y los esfuerzos enfocados más en los problemas del vecindario, que en los propios.
Y cuando la lógica indicaba que, tras la finalización del conflicto y el desarme de las Farc, el País podría al fin concentrarse en resolver la deuda histórica con el campo, surgen estos hechos que parecen un insólito “deja vou”, en una Colombia a la que no le da pena devolverse y quedarle mal incluso a la comunidad internacional que, de buena fe, se prestó como garante en la negociación y acompaña el posconflicto.
En consecuencia, de nuevo los campesinos van quedando en segundo, tercero o cuarto plano, cuando se pensaba que por fin llegaba el turno para abrir la discusión sobre la superación de la pobreza rural, el cierre de brechas, la falta de oportunidades, el abandono y la ausencia del Estado en las zonas rurales y el acceso a la tierra, entre otras necesidades. No en vano, estos temas hacen parte del primer punto del Acuerdo de Paz.
En medio de este panorama, resulta pertinente e inaplazable, plantear espacios en los que las fuerzas vivas, el establecimiento, el sector privado y en general los colombianos preocupados y comprometidos con estos temas, enfoquen la discusión en torno a lo rural.
La necesidad de mantener vivo este debate es hoy más imperiosa que nunca. De no hacerlo, el retroceso ya no sería de dos décadas, sino de seis o siete, si se quiere remontar a los orígenes del conflicto armado del siglo XX.
Enhorabuena todavía subsisten algunos escenarios para discutir el desarrollo rural promovidos principalmente desde la academia y desde el sector privado. Cabe destacar por ejemplo el Congreso Agropecuario Nacional, convocado para inicios de noviembre próximo en Bogotá.
Este espacio organizado por la Sociedad de Agricultores de Colombia promete ser un foro de altísimo nivel de discusión, al que están convocadas las instituciones, los analistas y los medios de comunicación, para una conversación pública e inaplazable, que ojalá permita reflexionar sobre el rumbo de la Colombia rural.
*Este espacio se constituye en una tribuna periodística, informativa y de opinión, sin mayor pretensión que la de estimular la reflexión y el debate en torno a las realidades que surgen en el agitado devenir de la agenda pública.